On sunday...
Hoy solo quiero silencio
no quiero nada cambiar,
quiero quedarme tranquila
y saborear esta paz.
Tengo un momento de calma
siento el peso ceder
de esta vida enredada
la desilusión y el por qué.
Nada que venga de afuera
me puede hacer más feliz,
como sentir tu mirada
tranquila sobre mí.
Eres dulce compañía,
y mi alma tiene sed
me siento resucitada
cuando tu me ves
Quiero quedarme sentada
ver tu silueta volver
quiero enredarme en tus manos
y sentir tu piel
No puedo explicarlo
cómo es que pudiste entrar
mi corazón cansado,
no quería ya dar más
Nada que venga de afuera
me puede hacer más feliz,
solo sentir tu mirada
tranquila sobre mí
Me siento florecer
eres dulce compañía,
y mi alma tiene sed
me siento resucitada
cuando tu me ves.
Dulce Compañía, Julieta Venegas
Tuesday, July 14, 2009
Thursday, April 23, 2009
AL IDIOMA ALEMÁN
Mi destino es la lengua castellana,
El bronce de Francisco de Quevedo,
Pero en la lenta noche caminada
Me exaltan otras músicas más íntimas.
Alguna me fue dada por la sangre
―Oh voz de Shakespeare y de la Escritura―,
Otras por el azar, que es dadivoso,
Pero a ti, dulce lengua de Alemania,
Te he elegido y buscado, solitario.
A través de vigilias y gramáticas,
De la jungla de las declinaciones,
Del diccionario, que no acierta nunca
Con el matiz preciso, fui acercándome.
Mis noches están llenas de Virgilio,
Dije una vez; también pude haber dicho
de Hölderlin y de Angelus Silesius.
Heine me dio sus altos ruiseñores;
Goethe, la suerte de un amor tardío,
A la vez indulgente y mercenario;
Keller, la rosa que una mano deja
En la mano de un muerto que la amaba
Y que nunca sabrá si es blanca o roja.
Tú, lengua de Alemania, eres tu obra
Capital: el amor entrelazado
de las voces compuestas, las vocales
Abiertas, los sonidos que permiten
El estudioso hexámetro del griego
Y tu rumor de selvas y de noches.
Te tuve alguna vez. Hoy, en la linde
De los años cansados, te diviso
Lejana como el álgebra y la luna.
Jorge Luis Borges
Mi destino es la lengua castellana,
El bronce de Francisco de Quevedo,
Pero en la lenta noche caminada
Me exaltan otras músicas más íntimas.
Alguna me fue dada por la sangre
―Oh voz de Shakespeare y de la Escritura―,
Otras por el azar, que es dadivoso,
Pero a ti, dulce lengua de Alemania,
Te he elegido y buscado, solitario.
A través de vigilias y gramáticas,
De la jungla de las declinaciones,
Del diccionario, que no acierta nunca
Con el matiz preciso, fui acercándome.
Mis noches están llenas de Virgilio,
Dije una vez; también pude haber dicho
de Hölderlin y de Angelus Silesius.
Heine me dio sus altos ruiseñores;
Goethe, la suerte de un amor tardío,
A la vez indulgente y mercenario;
Keller, la rosa que una mano deja
En la mano de un muerto que la amaba
Y que nunca sabrá si es blanca o roja.
Tú, lengua de Alemania, eres tu obra
Capital: el amor entrelazado
de las voces compuestas, las vocales
Abiertas, los sonidos que permiten
El estudioso hexámetro del griego
Y tu rumor de selvas y de noches.
Te tuve alguna vez. Hoy, en la linde
De los años cansados, te diviso
Lejana como el álgebra y la luna.
Jorge Luis Borges
Subscribe to:
Posts (Atom)