Es increíble como una simple llamada telefónica puede cambiarlo todo. Pero odio sobre manera esos huecos telefónicos que se hacen entre frase y frase, en medio de situaciones algo tensas. Lo peor es esa sensación nerviosa y el apremio de pensar en algo para no dejar que se meta el hueco telefónico. No obstante, y ya superadas estas circunstancias, estoy muy feliz y no me importa mientras esas llamadas sigan trayendo de vuelta a mi vida a personas que quiero y que me hacen feliz.