Recuerdo la tarde del viernes santo del año anterior, como la mejor tarde de viernes santo de toda mi vida. No cambiaría ese sol mezclado con frío, ni el mejor lugar de esta ciudad. Pero, después de un año se van borrando detalles que, a veces, logro rescatar. También después de un año, muchas cosas suelen haber cambiado radicalmente y lo que se ha perdido no parece poderse rescatar. Sin embargo, hace un año no era viernes santo, sino un frío y feliz miércoles 9 de abril, de excelente compañía y buen café. Rindió el tiempo, pero no alcanzó.