Thursday, April 28, 2005
Levantarse. Empezar por abrir los ojos, aún bajo el efecto de la inconciencia. Moverse, prender una lámpara. Pararse de la cama hasta el closet y buscar algo que ponerse. Caminar hasta el baño. Seguir actuando bajo la inconciencia del sueño hasta que caen unas gotas frías de la ducha. Pensar en muchas cosas. Desear que termine el día. Secarse, vestirse, peinarse... Desayunar. Seguir pensando en un montón de estupideces que quisieran ser escuchadas por alguien. Salir y sentir el frío metiéndose bien adentro en cada hueso del cuerpo. Viajar. Mirar por la ventana y pensar. Desear que el tiempo no pase nunca más para no llegar al destino. Subir por escaleras oscuras. Empujar una puerta. Pasar los molinetes electrónicos. Llegar al ascensor. Ver a una muchacha aburrida de esperar que, tal vez, ve a cientos de personas llegar y esperar el ascensor, y levanta la cabeza cada vez que escucha la llegada del ascensor, pero la vuelve a bajar, luego, con decepción y resignación. Entrar en el ascensor con otro extraño, quizá varios más. Capacidad máxima: 20 personas, 1350 Kg. 6. Se abren las puertas. Salir del ascensor. Fin del viaje. ¡Que haya suerte y que el día termine rápido! Quiero saludarte, quiero ver tus ojos, quiero escucharte, quiero tocarte. Te quiero ver feliz.
Tuesday, April 26, 2005
Lo más seguro es que después me pregunte cómo lo hice, cómo fui capaz de soportar esto por tanto tiempo, de una forma tan ridículamente estoica. Pero, también me lo pregunto ahora, cómo seré capaz de hacerlo, cómo he podido hacerlo hasta ahora y cómo puedo cada día de mi vida. La náusea me invade más que nunca, está en cada cosa que veo y que toco y en el aire que respiro en este lugar, en cada persona que me produce una repulsión tan profunda que me llega hasta el tuétano, en todo lo que hay aquí y que me asquea tanto que me hace desear desaparecer. Faltan aún seis horas para irme de aquí, para dejar esto por 14 horas que no viviré completas. Horas que sólo clavan la náusea más adentro, porque cada vez me falta más ese aire, ese tiempo que se me pierde. La música no es un aliciente, casi me preocupa viciarla con la podredumbre que abunda aquí. Los días no se acercan, parecen alejarse y el suplicio parece que nunca va a terminar. ¿Cuánto más? Este fin de semana se acaba otro mes, pero el tiempo pasa y pasa, no importa qué tan rápido o despacio, simplemente sigue un curso que parece no avanzar; es como si, para mí, el tiempo se detuviera de forma extrema, alargando y haciendo más pesada esa deuda de cambiar mis días por dinero, pero también por algo que es aún más importante para mí. Ese es mi motivo, esa es mi razón para seguir en el aguante por cien mil días más.
Thursday, April 14, 2005
Go on comfortably numb
... Ahora más que antes. Pero tengo miedo de conocer cosas que valgan tanto la pena, que me fuercen a hacer algo que socialmente no me conviene, que socialmente no satisface la imagen que debería mantener ante los demás. Sin embargo, creo que lo más comfortably numb es el tiempo, no mi forma de sentir... De haber pasado de pensar, de intuir, de suponer cosas por lo que veía o por lo que oía, a sentir, a ser capaz de ver a través de una persona lo que tiene por dentro, a conocerla, a sentirla. Pero odio este vacío que estoy sintiendo en el estómago, que me hace sentir enferma, que me produce náuseas. Este miedo, como si supiera que hay algo a lo que le tengo que temer, algo que no me deja confiarme aunque quiera hacerlo, aunque sienta que puedo hacerlo. Este miedo que no puedo reducir a una causa específica que se aísle de otras. Me siento como aquel Romeo juguete del destino, esperando que el destino sea indulgente y que sea generoso y que sea bueno para no arrastrarme a consecuencias nefastas. Pero también quiero hablar de esas cosas extrañas, maravillosas, que no puedo describir. Como lo incongruente y lo misterioso de los sueños, como ese sueño acerca de una mujer blanquísima, tal vez como yo; como lo complejo que resulta reconstruir los hechos y lo complejos que resultan estos después de ser reconstruidos; como lo raro que es recordar con el tacto y con la nariz, como si uno pudiera ver lo que tocó o los aromas que sintió, pero no como se ven con los ojos, sino con imágenes distintas. Siempre he creído que hay algo más, siempre hay algo más. No me siento sola, en general, pero, extrañamente, la gente que puede ser mi compañía siempre está lejos. Y entonces, pienso en esa frase de Kill Bill... “Tu lado siempre fue el lado solitario”. Lo siento siempre que me veo como individuo, como algo que soy y que, simplemente, es un individuo que puede ser puesto en cualquier lugar del mundo o de una ciudad y que, aparte de lo que es cuando está con lo que le es cercano, es simplemente eso: un individuo ajeno y solo, rodeado de gente y de cosas sin ninguna conexión.
... Ahora más que antes. Pero tengo miedo de conocer cosas que valgan tanto la pena, que me fuercen a hacer algo que socialmente no me conviene, que socialmente no satisface la imagen que debería mantener ante los demás. Sin embargo, creo que lo más comfortably numb es el tiempo, no mi forma de sentir... De haber pasado de pensar, de intuir, de suponer cosas por lo que veía o por lo que oía, a sentir, a ser capaz de ver a través de una persona lo que tiene por dentro, a conocerla, a sentirla. Pero odio este vacío que estoy sintiendo en el estómago, que me hace sentir enferma, que me produce náuseas. Este miedo, como si supiera que hay algo a lo que le tengo que temer, algo que no me deja confiarme aunque quiera hacerlo, aunque sienta que puedo hacerlo. Este miedo que no puedo reducir a una causa específica que se aísle de otras. Me siento como aquel Romeo juguete del destino, esperando que el destino sea indulgente y que sea generoso y que sea bueno para no arrastrarme a consecuencias nefastas. Pero también quiero hablar de esas cosas extrañas, maravillosas, que no puedo describir. Como lo incongruente y lo misterioso de los sueños, como ese sueño acerca de una mujer blanquísima, tal vez como yo; como lo complejo que resulta reconstruir los hechos y lo complejos que resultan estos después de ser reconstruidos; como lo raro que es recordar con el tacto y con la nariz, como si uno pudiera ver lo que tocó o los aromas que sintió, pero no como se ven con los ojos, sino con imágenes distintas. Siempre he creído que hay algo más, siempre hay algo más. No me siento sola, en general, pero, extrañamente, la gente que puede ser mi compañía siempre está lejos. Y entonces, pienso en esa frase de Kill Bill... “Tu lado siempre fue el lado solitario”. Lo siento siempre que me veo como individuo, como algo que soy y que, simplemente, es un individuo que puede ser puesto en cualquier lugar del mundo o de una ciudad y que, aparte de lo que es cuando está con lo que le es cercano, es simplemente eso: un individuo ajeno y solo, rodeado de gente y de cosas sin ninguna conexión.
Tuesday, April 12, 2005
Comfortably Numb
Como si fuera la primera vez que lo oía... Pero lo dijo: “Comfortably Numb, como ella”. No lo creía, a lo mejor sí lo había pensado, pero nunca me había dado cuenta. Me acordé del episodio de “Sí, me lo han dicho”. Me dio risa, sentí algo así como un deja vu. Creo que es cierto, igual que todos los demás escalofríos que sentí, igual que la zona de confort para juzgar, igual que decir las cosas de una, igual que saber por qué se hace lo que se hace, igual que saber que tiene que hacerse eso, no por obligación sino porque uno quiere, igual que la crueldad, igual que lo que me resulta fácil pero no me gusta hacer, y todo lo demás también. Me sentí descubierta y me dio miedo. “No debí haber dicho eso. Lo siento. Es que soy demasiado sincero y eso le da asco a la gente”, textualmente. No, eso no se me olvidó. A lo mejor hacía falta que yo fuera tan... “comfortably numb”. Pero, aún así, no quiero que nadie intente “leerme la mente”. Me siento “vulnerable”, como quien logró adivinarlo. No me arrepiento, no niego nada, no intento excusarme por absolutamente nada. Pero también es cierto que no quiero seguir, no quiero dar ni un paso más, porque esta vez hay mucho más en juego y no estoy dispuesta a arriesgarlo. Puede ser que, simplemente, me falte valor, a pesar de lo “comfortably numb”.
Como si fuera la primera vez que lo oía... Pero lo dijo: “Comfortably Numb, como ella”. No lo creía, a lo mejor sí lo había pensado, pero nunca me había dado cuenta. Me acordé del episodio de “Sí, me lo han dicho”. Me dio risa, sentí algo así como un deja vu. Creo que es cierto, igual que todos los demás escalofríos que sentí, igual que la zona de confort para juzgar, igual que decir las cosas de una, igual que saber por qué se hace lo que se hace, igual que saber que tiene que hacerse eso, no por obligación sino porque uno quiere, igual que la crueldad, igual que lo que me resulta fácil pero no me gusta hacer, y todo lo demás también. Me sentí descubierta y me dio miedo. “No debí haber dicho eso. Lo siento. Es que soy demasiado sincero y eso le da asco a la gente”, textualmente. No, eso no se me olvidó. A lo mejor hacía falta que yo fuera tan... “comfortably numb”. Pero, aún así, no quiero que nadie intente “leerme la mente”. Me siento “vulnerable”, como quien logró adivinarlo. No me arrepiento, no niego nada, no intento excusarme por absolutamente nada. Pero también es cierto que no quiero seguir, no quiero dar ni un paso más, porque esta vez hay mucho más en juego y no estoy dispuesta a arriesgarlo. Puede ser que, simplemente, me falte valor, a pesar de lo “comfortably numb”.
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