Go on comfortably numb
... Ahora más que antes. Pero tengo miedo de conocer cosas que valgan tanto la pena, que me fuercen a hacer algo que socialmente no me conviene, que socialmente no satisface la imagen que debería mantener ante los demás. Sin embargo, creo que lo más comfortably numb es el tiempo, no mi forma de sentir... De haber pasado de pensar, de intuir, de suponer cosas por lo que veía o por lo que oía, a sentir, a ser capaz de ver a través de una persona lo que tiene por dentro, a conocerla, a sentirla. Pero odio este vacío que estoy sintiendo en el estómago, que me hace sentir enferma, que me produce náuseas. Este miedo, como si supiera que hay algo a lo que le tengo que temer, algo que no me deja confiarme aunque quiera hacerlo, aunque sienta que puedo hacerlo. Este miedo que no puedo reducir a una causa específica que se aísle de otras. Me siento como aquel Romeo juguete del destino, esperando que el destino sea indulgente y que sea generoso y que sea bueno para no arrastrarme a consecuencias nefastas. Pero también quiero hablar de esas cosas extrañas, maravillosas, que no puedo describir. Como lo incongruente y lo misterioso de los sueños, como ese sueño acerca de una mujer blanquísima, tal vez como yo; como lo complejo que resulta reconstruir los hechos y lo complejos que resultan estos después de ser reconstruidos; como lo raro que es recordar con el tacto y con la nariz, como si uno pudiera ver lo que tocó o los aromas que sintió, pero no como se ven con los ojos, sino con imágenes distintas. Siempre he creído que hay algo más, siempre hay algo más. No me siento sola, en general, pero, extrañamente, la gente que puede ser mi compañía siempre está lejos. Y entonces, pienso en esa frase de Kill Bill... “Tu lado siempre fue el lado solitario”. Lo siento siempre que me veo como individuo, como algo que soy y que, simplemente, es un individuo que puede ser puesto en cualquier lugar del mundo o de una ciudad y que, aparte de lo que es cuando está con lo que le es cercano, es simplemente eso: un individuo ajeno y solo, rodeado de gente y de cosas sin ninguna conexión.