Tuesday, April 26, 2005

Lo más seguro es que después me pregunte cómo lo hice, cómo fui capaz de soportar esto por tanto tiempo, de una forma tan ridículamente estoica. Pero, también me lo pregunto ahora, cómo seré capaz de hacerlo, cómo he podido hacerlo hasta ahora y cómo puedo cada día de mi vida. La náusea me invade más que nunca, está en cada cosa que veo y que toco y en el aire que respiro en este lugar, en cada persona que me produce una repulsión tan profunda que me llega hasta el tuétano, en todo lo que hay aquí y que me asquea tanto que me hace desear desaparecer. Faltan aún seis horas para irme de aquí, para dejar esto por 14 horas que no viviré completas. Horas que sólo clavan la náusea más adentro, porque cada vez me falta más ese aire, ese tiempo que se me pierde. La música no es un aliciente, casi me preocupa viciarla con la podredumbre que abunda aquí. Los días no se acercan, parecen alejarse y el suplicio parece que nunca va a terminar. ¿Cuánto más? Este fin de semana se acaba otro mes, pero el tiempo pasa y pasa, no importa qué tan rápido o despacio, simplemente sigue un curso que parece no avanzar; es como si, para mí, el tiempo se detuviera de forma extrema, alargando y haciendo más pesada esa deuda de cambiar mis días por dinero, pero también por algo que es aún más importante para mí. Ese es mi motivo, esa es mi razón para seguir en el aguante por cien mil días más.