También el agua se agitaba con furia. Olvidaba demasiado rápido y prefería no pensar más para no seguir llenándome de razones estúpidas. ¿Qué no iba a ir a clase? Sí, como no. Ahora, tal vez era yo quien no se daba cuenta de la inutilidad de las cosas. No tendría que dejarme afectar, después de todo no era tan grave. Pero igual, me daba rabia. Así que, para qué darle más raya al asunto. ¿Que por qué + bien no me dedicaba a otra cosa? ¿Que quería demostrar algo que ya todo el mundo sabía? ¿Que había perdido el interés en la mayoría de cosas? Ja, qué va, pero ¿importaba?
Entonces está bien. Pero no, no quise. No me dio la gana de hablar, ni escribir, sobre crecimiento y desarrollo económico, ni de política social. Pero me dio un escalofrío al ver a ese pobre tipo parado frente a mí, al que no podía mirar a la cara, porque me daba impresión. Y me preguntaba, como tantas veces, ¿por qué me pasan estas cosas preciso a mí? y, preciso HOY! Tal vez hubiera querido encontrar a alguien a quien apreciara demasiado, pero ¿para qué? Ya decía Caicedo, para qué conocidos a esta hora y con este calor. A lo mejor quería caminar, gritar ese nombre. "A ver, Adriana, una conclusión". Y también el agua se agitaba con furia.