“Y Deunamor acepta, mientras le dure, poner a disposición de nuestra novela el total de su no-existencia, sin temer arriesgarla al ingresar en el “ser del arte”; éste lo enamora menos que su no-existencia y a ésta prefiere la “altruiexistencia”: la existencia en otros, es decir el amor; a lo único que no se arriesgaría es a vivir por vivir o con cumpleaños, una larga existencia, el longevismo”.
Museo de la novela de la Eterna, Macedonio Fernández.