No sé si reírme o asustarme… Lo cierto es que estoy parada sobre un borde cada vez más delgado, que se está desgastando sigilosamente. El viento está soplando fuertemente desde tres direcciones diferentes y esto amenaza convertirse en un vendaval imparable; es eso o todo lo contrario: el control total del temporal. Sin embargo, la última opción requiere todo el cuidado, la atención y delicadeza del caso. Casi siempre parece fácil, pero a veces se complica más de la cuenta. Lo mejor sería ir descartando, pero sé que no lo voy a hacer; voy a seguir guardando recortes, por si alguno sirve. El viento es cada vez más frío y agresivo: si paraliza, arrastra... y eso no se puede. En fin, lo importante es no caerse.