Wednesday, September 17, 2003

Los Episodios del Día

Episodio 1
Adriana llega a clase de 7, por cierto una clase aburridora, a encontrarse con gente que poco le agrada, en medio de una mañana lluviosa. Eso sin contar con que la última semana ha estado llena de noticias del orden regular tres cuartos tirando a malas. Sin embargo, al ver a una de sus compañeras de curso, se percata que le ha salido una natural y maravillosa sonrisa, como si todo estuviera perfectamente bien. Entonces, Adriana piensa ¿a qué se debe esto, si usualmente no estaría feliz en las actuales circunstancias? Y se contesta a si misma: mi misma, no hay toque. La sonrisita esta no es de satisfacción, alegría, ni mucho menos. Es aquella risilla infame de otra épocas de bábaras naciones, en que era gracioso ver las horribles cosas que me pasaban y que decía solo podían pasarme a mí.

Episodio 2
Durante la clase de 7, Adriana se da cuenta de que, como hace muchísimo no pasaba, está otra vez esa pregunta diaria de ¿y hoy que pasará? Esa idea, que se va confirmando, de que no puede pasar el día entero en blanco, sin que alguna cosa desagradable pase o haya una sorpresilla de esas que sería mejor no recibir. Justamente, empieza la clase de 7 y ahí está, el primer error del sistema... algo de lo que no tenía ni idea y empiezan los problemas.

Episodio 3
Niños... Hoy en la tarde iba en un colectivo. Adelante de mí iba sentada una pequeñuela de unos 6 años con un morralito, de esas simpáticas miniaturas que suelen cargarse a la espalda, junto a un tipo que tenía un saco de lana. Cuando la madre de la infante, que iba sentada en el puesto del lado, le indica que es hora de bajarse, la niña se para y casi se lleva al tipo con ella, pues se le había enredado una de las hebras del saco a la cremallera de la maleta de la muchachita y el tipo casi que no se puede soltar. La mamá de la niñita, ya abajo e ignorante de lo que pasaba, apresuraba a la pequeña, ante lo cual ella seguía tratando de avanzar inútilmente y sin entender muy bien aún qué era lo que sucedía. Finalmente, el tipo logró liberarse y seguimos nuestro camino, entre las risas y, más discretas, sonrisas de los pasajeros del vehículo. Y, como dice Homero Simpson, fue gracioso porque no fue a mí.

Episodio 4
Luego de bajar del mencionado colectivo, subo el puente peatonal.
Ya llegando al otro lado...
Un tipo que va pasando junto a mí: ¿Puedo hacerle una pregunta sin que se moleste?
Adriana: ¿? (¿Y éste qué querrá ahora?) (Con cara de ¿qué pregunta será?... Y de ah, diga a ver y ahí vemos...)
El tipo: ¿Qué shampoo usa? Es que me encanta el olor de ese shampoo y no sé cómo se llama...
Adriana: (Ah, era eso) (Con la carcajada en la boca, ver foto de las powerpuff, y cara de ja, loco) Elvive.
El tipo: Ah...
Fin del puente, fin de la conversación. Por fortuna, porque detesto que me hagan ese tipo de conversación casual por la calle, en un bus, transmilenio, fila de banco o cosa parecida.

Anexo
Eso me recuerda el episodio de la anciana que algún día, cuando pasábamos frente a Carrefour de la 19, me pasó el dato de que en Carrefour las verduras eran más baratas los martes... y yo qué bueno, se lo voy a decir a mi mamá... ¿? Y a mí qué? Ni siquiera me gustan las verduras, detesto la mayoría de ellas en todo caso.