Wednesday, September 03, 2003
Una vez más he capturado un momento perfecto, como pocos. Esta mañana a las 7:20, cuando iba para la universidad, por la circunvalar y el día había empezado perfectamente: buen ánimo, cero afanes y un naciente sol tibio sobre la ciudad. Nada nos deja más en soledad, que la alegría si se va. Volar, volar, volar. Volar, volar. Cómo es, Alberto, volar al más allá... Y mientras escuchaba eso, las nubes pasaban volando rápido en medio de un cielo despejado, y el sol se filtraba entre los árboles, deshaciéndose en partículas de luz amarilla, brillantes y tibias, suaves; como cuando el sol nos muestra su calma despertando en la montaña. Y así, ¿quién no empieza bien el día? Buen presagio, bonito regalo.