Tuesday, May 25, 2004

Estaba irritada y algo triste, pero Cortázar, que era mi compañía de hoy, siempre logra arrancarme una sonrisa. He estado pensando en lo que debería hacer; en las decisiones que debería tomar. Anoche me quedé muda, quería gritar y no tenía voz, casi como en mis sueños. También estaba inmóvil, con la mente en otro lado, lejitos, lejitos… bien lejos. Reviviendo algo que en estos días recordaré bastante y que me da miedo que vuelva, pero a lo mejor me gustaría. Creyendo que todo estará igual de bien que antes y que ya nada malo va a pasar. Me quedé dormida. Abrir los ojos hoy no fue el mayor aliciente y no haber madrugado tampoco ayudó en nada. Ante esto sólo podía hacer una cosa: algo de música, apenas para el día. Duchazo rápido y, ojalá, bien frío… pero secarme bien despacio, como me gusta. Y Dieguito me alegraba el día con su risa, hasta que se quedó dormido. Salí. Voy distrayéndome, mirando a todos lados. ¡Pero qué manos tan vulgares tiene este tipo! En fin, tarde otra vez. Diego se moría de risa escuchando a Diana hablar sobre acción comunicativa. Y, que alguien me explique ¿por qué Lorena se sienta cerca de mí y me pregunta cómo me ha ido? Tarde sin mayores problemas; hablar de muchas cosas; aconsejar; desenredar. No fue un mal día, no me quejo. Todo indica que cumpliré con mis cometidos.