Hoy sí cierro, oficialmente, la temporada de vacaciones junio-julio 2004. En resumen, una buena temporada. Esta vez mis cometidos vacacionales fueron más realistas que otras veces y pude cumplir gran cantidad de ellos. Entre otras cosas, se leyó más, se escribió más, se vio más cine, se anduvo más, se durmió menos de noche y más de día, se restablecieron la mayoría de contactos rotos y se solucionó lo de la tesis, por lo menos en su primera parte. También hubo tiempo para el desorden, como bien lo dijo Astrid: “como siempre armando el desorden”, y para conocer gente. Se quedaron algunas cosas por ahí, que aún pueden ser retomadas, ya que para todo hay tiempo.
Ahora, en cuanto a lo que está por venir, me alegra inmensamente volver a tener clase con el señor Enrique Serrano; viene cine en forma efectiva; buenos cursos libres y, al fin, un horario razonable… eso sí, con la ineludible y odiada madrugada, pero me la aguanto. Veremos.