Bien… qué lunes este. Nada. Hoy no hubo nada. Bien diferente al sábado ese de hace un año en que se bebió tan desaforadamente y que merecía una mención especial por razones varias en mi vida. Lunes de encuentros, + bien. Excelente encontrar a Martha, quien me dio una noticia que me cambió el genio, luego del “ligero-empute” de la mañana, además del super detalle que tuvo.
Luego, Antonio… qué raro verlo, pero mi concepto sigue siendo el mismo. Mucho frío, que me motivó a preparar unas oncecitas en las que me estoy volviendo experta; ya puedo invitar a la gente a tomar onces, jaja. Lo último, los chismes que me contó Mariann, de los cuales no me alegra ninguno, pero lamento, sobre todo, uno. Finalmente, volver a ver una película que me encanta.
"Si un yogur aguanta yo también". Maravillosa película, perteneciente a mi pedestal de favoritos.
Anexo. A partir del próximo domingo, lo que viene promete. Ahora que lo pienso, podría ser lo único que falta para que todo termine de volver a su lugar (no hay punto de comparación entre el día que Fraga me preguntó qué me pasaba y hoy). Señores, están por empezar las justas.
Monday, June 28, 2004
Sunday, June 27, 2004
Just Trying
Domingo tratando de sacar la cabeza de la burbuja, de asomarse tímidamente, de entrever algo. Un domingo ahogada entre Caicedo, Pink Floyd y su Dark Side of the Moon, y otras repeticiones del tiempo. Tratando al fin de respirar. Tranquila, mirando mis pequeños pies tan blancos, tan curvos. Esperando para quedarme sola y no ser interrumpida. Waiting for the sun, por ese sol lejano que a veces parece el mismo de aquí, pero la verdad es que sabemos que es simplemente un deja vu en un espejo, queriendo recuperar esas imágenes que, si lo logran, pasan debilísimas. Trayendo de nuevo esa madrugada, outside my window, con esa luna tan perfecta… ja, y ahora me acuerdo de El Descanso del Poeta de Chagall: “Al fin estamos solos en el campo. Bosques, pinos, soledad. La luna tras el boscaje. El cerdo en la pocilga, el caballo ante la ventana, en los campos. El cielo de color de lila…” y Chagall y vos. Esa mañana pensaba en mi cielo conexión, pero aquí el cielo era azul, mientras allá sería rojo. La mañana perfecta. En fin, tratando de hacer equilibrio sobre un pie para no caer “si pierdes el equilibrio lo perdiste todo”. Hay algo que puya adentro, cosas que quisiera pero no voy a buscar. Si vienen, vendrán.
Domingo tratando de sacar la cabeza de la burbuja, de asomarse tímidamente, de entrever algo. Un domingo ahogada entre Caicedo, Pink Floyd y su Dark Side of the Moon, y otras repeticiones del tiempo. Tratando al fin de respirar. Tranquila, mirando mis pequeños pies tan blancos, tan curvos. Esperando para quedarme sola y no ser interrumpida. Waiting for the sun, por ese sol lejano que a veces parece el mismo de aquí, pero la verdad es que sabemos que es simplemente un deja vu en un espejo, queriendo recuperar esas imágenes que, si lo logran, pasan debilísimas. Trayendo de nuevo esa madrugada, outside my window, con esa luna tan perfecta… ja, y ahora me acuerdo de El Descanso del Poeta de Chagall: “Al fin estamos solos en el campo. Bosques, pinos, soledad. La luna tras el boscaje. El cerdo en la pocilga, el caballo ante la ventana, en los campos. El cielo de color de lila…” y Chagall y vos. Esa mañana pensaba en mi cielo conexión, pero aquí el cielo era azul, mientras allá sería rojo. La mañana perfecta. En fin, tratando de hacer equilibrio sobre un pie para no caer “si pierdes el equilibrio lo perdiste todo”. Hay algo que puya adentro, cosas que quisiera pero no voy a buscar. Si vienen, vendrán.
Thursday, June 24, 2004
Porque sí… porque ahora voy para allá y ni siquiera sé qué va a pasar más tarde. Porque hoy amanecí feliz y mi Dieguito mejora después de todo lo que ha pasado. Pero a la tarde me sobrevino esta extraña depresión fundida, ese vacío desalentador que me deja sin genio, esa carencia de ideas y de propósitos, este sol que se desliza sobre mi cabeza, esta sensación de que ni todo el aire de un lugar abierto es suficiente porque me sigue faltando, esta distancia eterna que me desconecta, esta expresión de indiferencia alejadora, buscando fragmentos de tiempo perdido, pensando que otra vez es tarde… siempre es tarde para ir allá. Porque no… porque no puedo llorar, porque no puedo reírme, porque no puedo gritar, porque no quiero moverme.
Monday, June 21, 2004
Hoy no hubo lunes de reflexión... al menos no como debería ser. Y esto no obedece al lunes festivo y la filosofía del día del trabajo, no. Sencillamente, Dieguito es mucho más importante que 150 mil millones de lunes de reflexión y lo cambié por ir a verlo, lo que me hizo pensar en otras cosas como un día de sol parecido, aunque más pegajoso y más aplanador... me hizo pensar en cosas de mi infancia y en la fragilidad de la vida. Hoy estoy realmente triste. Sólo quiero que se mejore.
Saturday, June 19, 2004
Haciendo un pequeño resumen de la semana...
Diré que pensé que esta semana no iba a haber lunes de reflexión, por aquello del festivo, y siguiendo la tradicional filosofía de Alexa de "no voy a pre-icfes, porque es día del trabajo". Pero me equivoqué, sí hubo tras el fallido intento de ver una película en el Mambo y bueno, pues el tour de helados continuó. Qué hubo en tal lunes? Pues, a ver... hablar de la razón de la reticencia de la gente hacia la lectura, reirse de algo que consideramos una venganza, conocer a un peruano, jugar a hacer conjeturas, desvariar acerca de situaciones varias, comer helado, reir más y... El lunes de reflexión tuvo su segunda parte el martes, sin pensarlo, después de hacer más buenas locuras, ya que no creí que me atrevería a hacerlo, pero lo hice y salió bien. El miércoles, más cine (de ese que hace de la existencia algo mejor) y jueves y viernes, jugar. Ah... buena semana. Olvidé llamar a alguien en su cumpleaños, cosa que lamento profundamente, y más asún después de que tuvo la decencia de acordarse del mío, estar conmigo ese día y de la salida el sábado pasado, que estuvo excelente; en fin, como alguna vez dije, "olvido". Cuando lo vea se lo diré y me reivindicaré, it's a promise!!!
Diré que pensé que esta semana no iba a haber lunes de reflexión, por aquello del festivo, y siguiendo la tradicional filosofía de Alexa de "no voy a pre-icfes, porque es día del trabajo". Pero me equivoqué, sí hubo tras el fallido intento de ver una película en el Mambo y bueno, pues el tour de helados continuó. Qué hubo en tal lunes? Pues, a ver... hablar de la razón de la reticencia de la gente hacia la lectura, reirse de algo que consideramos una venganza, conocer a un peruano, jugar a hacer conjeturas, desvariar acerca de situaciones varias, comer helado, reir más y... El lunes de reflexión tuvo su segunda parte el martes, sin pensarlo, después de hacer más buenas locuras, ya que no creí que me atrevería a hacerlo, pero lo hice y salió bien. El miércoles, más cine (de ese que hace de la existencia algo mejor) y jueves y viernes, jugar. Ah... buena semana. Olvidé llamar a alguien en su cumpleaños, cosa que lamento profundamente, y más asún después de que tuvo la decencia de acordarse del mío, estar conmigo ese día y de la salida el sábado pasado, que estuvo excelente; en fin, como alguna vez dije, "olvido". Cuando lo vea se lo diré y me reivindicaré, it's a promise!!!
He estado pensando en estos días... no sé qué pasó, siendo yo,como era, una persona tan telefónica. Lo cierto es que ahora no me gusta coger el teléfono para nada. No me dan ganas ni siquiera de tocarlo, me produce una especie de repulsión, jajaja. En fin, creo que no tengo ganas de hablar con nadie, bueno, la verdad es que para contar las personas con quienes me gustaría hacerlo bastan unos dos o tres dedos; pero con esas personas prefiero hablar personalmente, por eso a los que puedo los veo, y a quien no, pues ni modos. En todo caso me alegra que me llame. De llamar al resto de gente que prometía que iba a llamar (en un arranque de sociabilidad) pues no lo he hecho y dudo que lo haga, aunque en algunos casos incluso debería hacerlo, porque necesito cierta información, etc.
Por otra parte, me molesta esa sensacioncita de nervios mezclados con impotencia, como de "di algo, haz algo", en ciertas ocasiones. ¿Por qué??? Si no tiene por qué importarme. Uuuuyyyyyy, en fin. Bah, ya está!
Por otra parte, me molesta esa sensacioncita de nervios mezclados con impotencia, como de "di algo, haz algo", en ciertas ocasiones. ¿Por qué??? Si no tiene por qué importarme. Uuuuyyyyyy, en fin. Bah, ya está!
Sunday, June 13, 2004
Deducciones de una niña de 10 años...
-A mí me gusta el color blanco porque me parece que es un color para inspirar la pureza y me inspira tranquilidad y paz.
-Me gusta la oblea porque tiene ingredientes muy apetitosos, y porque me parece que tiene un tamaño apenas para comer y no lo hostigan a uno como otras comidas.
-La biblioteca es buena y nos dan información de muchas maneras, como libros, textos, etc.
-En el establo podemos encontrar varias especies de animales y es como la casa de ellos.
-Un brazo puede hacer muchas cosas como obras de caridad, escribir, etc.
-La breva es muy apetitosa aunque es hostigante por que es muy dulce y llega el punto en que uno ya no puede comer más.
-Los brincos ayudan a estirar las piernas por que al brincar hay que estirar las piernas.
-Hacer una broma es chistoso pero a la persona que se le va a hacer le da coraje porque no le gusta.
Tomado de los archivos de la princesa Monilda.
...Algunas personas son como las brevas.
-A mí me gusta el color blanco porque me parece que es un color para inspirar la pureza y me inspira tranquilidad y paz.
-Me gusta la oblea porque tiene ingredientes muy apetitosos, y porque me parece que tiene un tamaño apenas para comer y no lo hostigan a uno como otras comidas.
-La biblioteca es buena y nos dan información de muchas maneras, como libros, textos, etc.
-En el establo podemos encontrar varias especies de animales y es como la casa de ellos.
-Un brazo puede hacer muchas cosas como obras de caridad, escribir, etc.
-La breva es muy apetitosa aunque es hostigante por que es muy dulce y llega el punto en que uno ya no puede comer más.
-Los brincos ayudan a estirar las piernas por que al brincar hay que estirar las piernas.
-Hacer una broma es chistoso pero a la persona que se le va a hacer le da coraje porque no le gusta.
Tomado de los archivos de la princesa Monilda.
...Algunas personas son como las brevas.
Thursday, June 10, 2004
¿Sabe usted quién fue el mejor animador de los premios Nemqueteba en 1957?... Preguntas como esta se encuentran dentro de la trivia preparada por Señal Colombia para este domingo 13 de junio, como parte de la programación especial para conmemorar los 50 años de la t.v. en Colombia. Cuestiones como la ya mencionada realmente me quitan el sueño, así que aquí van otras: ¿Cómo se llamó el disco que Alcira Rodríguez grabó con Ronald Ayazo? ¿Qué programadora presentaba el programa Mujer Casos de la Vida Real? ¿Con cuál agrupación se inició Jimmy Salcedo en la t.v.? ¿Quién fue el director del noticiero del mediodía? ¿Quién interpretó el papel del inquisidor Mayorga en la Pezuña del Diablo? ¿Quién hizo la musicalización de la novela Calamar? ¿Quién fue el director del programa Gran Angular?
Dentro de la misma celebración, se anuncia un especial con “los dramatizados que quedaron en nuestra memoria”. Yo, por mi parte, demando la aparición de Daniela Franco con el popular “copete Alf”.
Por lo pronto, pueden deleitarse con unas pequeñas secciones, tituladas “Así se vio en t.v.”, donde pueden verse joyas como la primera emisión de t.v. en 1954; el Show de Jimmy, con los meros recocham boy’s y cante aunque no cante; y we are the world, we are the childreeen…, entre otras. Ah, algo verdaderamente digno de reunión en torno a la t.v., al mejor estilo de Los Simpsons; y es que si la gente se reúne para ver los partidos de la selección, ¿por qué no reunirse para “videar” tan magna celebración? Igualmente, propongo la moción de revivir los premios Nemqueteba.
Por último, debo decir que todo esto de lo acaecido durante los últimos 50 años me ha generado ciertas inquietudes. Por ejemplo, yo quisiese saber hasta qué generación alcanzaron a ser conocidas las monedas de 1 y 2 pesos, o en qué momento llegamos al pan de 100. En aras de esta noble causa, ruego a quien se pase por aquí el favor de dar su respuesta en los comments, indicando su edad y, si se puede, qué compraba con ese dinero; o, en su defecto, inquietudes similares o la respuesta a alguna de las preguntas arriba reseñadas.
Dentro de la misma celebración, se anuncia un especial con “los dramatizados que quedaron en nuestra memoria”. Yo, por mi parte, demando la aparición de Daniela Franco con el popular “copete Alf”.
Por lo pronto, pueden deleitarse con unas pequeñas secciones, tituladas “Así se vio en t.v.”, donde pueden verse joyas como la primera emisión de t.v. en 1954; el Show de Jimmy, con los meros recocham boy’s y cante aunque no cante; y we are the world, we are the childreeen…, entre otras. Ah, algo verdaderamente digno de reunión en torno a la t.v., al mejor estilo de Los Simpsons; y es que si la gente se reúne para ver los partidos de la selección, ¿por qué no reunirse para “videar” tan magna celebración? Igualmente, propongo la moción de revivir los premios Nemqueteba.
Por último, debo decir que todo esto de lo acaecido durante los últimos 50 años me ha generado ciertas inquietudes. Por ejemplo, yo quisiese saber hasta qué generación alcanzaron a ser conocidas las monedas de 1 y 2 pesos, o en qué momento llegamos al pan de 100. En aras de esta noble causa, ruego a quien se pase por aquí el favor de dar su respuesta en los comments, indicando su edad y, si se puede, qué compraba con ese dinero; o, en su defecto, inquietudes similares o la respuesta a alguna de las preguntas arriba reseñadas.
Tuesday, June 08, 2004
Hoy se inaugura el lunes de la reflexión. Ya sé que es martes, pero el caso es que ayer no hubo tiempo, así que quedó para hoy, pero la idea es que sea los lunes. En un prinicipio, pensé en el viernes de la irreflexión y el lunes de la reflexión... pero, teniendo en cuenta las consecuencias de la irreflexión en mi vida, especialmente durante el último semestre del año pasado, decidí que sólo habrá lunes de la reflexión. Para la irreflexión siempre hay tiempo. En fin. Además de ser hoy martes de la reflexión, fue martes de la pataleta. Me daba mucha risa pensar que estaba en la ventana mirándome, yo sabía y habría podido voltear a ver, pero no lo iba a hacer, ¿para qué? No. Me iba a hacer la tonta, como siempre que lo hago para dejar que crean que no sé. Bueno, el día este, por su parte, ha dado inicio, inocentemente, al tour de helados. El de hoy no fue un helado como aquellos Alaska de otras épocas, pero hay que abonarle los chips de chocolate que más parecían nueces por el tamaño, y las cerezas. Ahora a la reflexión: muchos recuerdos, pero sólo hablaré de algunos. Primero, el día del matrimonio de Francisco, que yo me había tronchado el pie. Dos, la noche que mi padre me compró uno de esos Alaska. Tres, el día de la despedida de Alice. Cuatro, los preparativos de hace un año. Cinco, esa noche saliendo de un conversatorio del encuentro de iberoamericano de escritores. Por último, dos cosas: 1. voy bien con mis cometidos. A lo mejor hay excelentes noticias dentro de poco; 2. la señorita Zapata debe estar tomando un avión rumbo a L.A., así que mucha suerte y que la pase muy bueno.
Monday, June 07, 2004
Colores Santos
Camuflaje eficaz
desespero por mostrarte mas
todo lo profundo ama el disfraz
Separemos el amor
de la avidez de mitigar dolor
Solo por espinas desechar la flor?
Mi torpeza habitual,
hasta hoy
Demasiado
es nada para hacer
estoy romántico
y repleto de clichés.
Sin mi camuflaje,
me entregue
a vos,
como yo.
Bueno, esta es la letra de Camuflaje, no de Colores Santos, pero en fin...
La luna estaba otra vez ahí, como las otras veces. Sólo yo lo noté, a lo cual recibí una excusa, pero dije: “No me importa”; y es verdad, no me importa. Fue un día larguísimo y bastante loco en el que todo parecía oponerse a mi voluntad. Sin embargo, creo que ha sido de las veces que he deseado algo con tanta fuerza, que se ha cumplido, aún contra todo pronóstico. Tarda en llegar y al final hay recompensa… De pronto. Por lo pronto, en esa ocasión se cumplió. …Sin mi camuflaje, me entregué a vos…¡A vos! ¡A mí! lo que querías no tiene fin.
Camuflaje eficaz
desespero por mostrarte mas
todo lo profundo ama el disfraz
Separemos el amor
de la avidez de mitigar dolor
Solo por espinas desechar la flor?
Mi torpeza habitual,
hasta hoy
Demasiado
es nada para hacer
estoy romántico
y repleto de clichés.
Sin mi camuflaje,
me entregue
a vos,
como yo.
Bueno, esta es la letra de Camuflaje, no de Colores Santos, pero en fin...
La luna estaba otra vez ahí, como las otras veces. Sólo yo lo noté, a lo cual recibí una excusa, pero dije: “No me importa”; y es verdad, no me importa. Fue un día larguísimo y bastante loco en el que todo parecía oponerse a mi voluntad. Sin embargo, creo que ha sido de las veces que he deseado algo con tanta fuerza, que se ha cumplido, aún contra todo pronóstico. Tarda en llegar y al final hay recompensa… De pronto. Por lo pronto, en esa ocasión se cumplió. …Sin mi camuflaje, me entregué a vos…¡A vos! ¡A mí! lo que querías no tiene fin.
Sunday, June 06, 2004
Baila morena, baila morena…
No es morena, pero baila. Primero, que no iba; pero fue. Después, que no bailaba ni a bala. Y cuando menos piensen es que se había ganado una botella de ron. Y pensábamos, al borde de la risa, “¿qué dirán mis amistades?”… ¿Qué dirán?, ja! Pues, cuando se enteren, dirán: “¡Tráigala y nos la tomamos!”. Y sí señores, nos la tomaremos, porque (seamos justos), más de uno hubiera pagado por presenciar semejante espectáculo, en que se hizo gala de ausencia total de escrúpulos, a favor del humor, pero, sobre todo, del alcoholismo. Y yo, como siempre, culpable de arrastrar a otros, pero en fin, ¡qué le vamos a hacer! Desde aquí se le felicita sinceramente. Es usted “la reina del guaguancó”, jajaja.
No es morena, pero baila. Primero, que no iba; pero fue. Después, que no bailaba ni a bala. Y cuando menos piensen es que se había ganado una botella de ron. Y pensábamos, al borde de la risa, “¿qué dirán mis amistades?”… ¿Qué dirán?, ja! Pues, cuando se enteren, dirán: “¡Tráigala y nos la tomamos!”. Y sí señores, nos la tomaremos, porque (seamos justos), más de uno hubiera pagado por presenciar semejante espectáculo, en que se hizo gala de ausencia total de escrúpulos, a favor del humor, pero, sobre todo, del alcoholismo. Y yo, como siempre, culpable de arrastrar a otros, pero en fin, ¡qué le vamos a hacer! Desde aquí se le felicita sinceramente. Es usted “la reina del guaguancó”, jajaja.
El Mundo a Medio… Día
Eran las 12 y todo se veía desde un ángulo perpendicular, como si la realidad hubiese girado 90 grados. Me hizo gracia pensar eso. Pero el día no prometía mucho, sólo esa blancura de amplitud que tragaba. Sin embargo, los hechos desmentían las predicciones. Aún así, un montón de cosas parecen repetirse y eso me da un poco de miedo, que ya no hay nada para disuadir. Por eso, prefiero no pensar en eso y dedicarme a creer que es sólo una idea estúpida. Sólo puedo decir “ojalá”.
Eran las 12 y todo se veía desde un ángulo perpendicular, como si la realidad hubiese girado 90 grados. Me hizo gracia pensar eso. Pero el día no prometía mucho, sólo esa blancura de amplitud que tragaba. Sin embargo, los hechos desmentían las predicciones. Aún así, un montón de cosas parecen repetirse y eso me da un poco de miedo, que ya no hay nada para disuadir. Por eso, prefiero no pensar en eso y dedicarme a creer que es sólo una idea estúpida. Sólo puedo decir “ojalá”.
Saturday, June 05, 2004
Primero las vi a ellas. Llamaron mi atención, porque era como ver dos épocas distintas de la vida de una misma persona, en el mismo momento. La niña de las gafas estaba parada delante de mí en la fila para pagar. Tenía el pelo largo, muy delgado y liviano. No era muy abundante y, aunque predominantemente liso, se le ondulaba con los enredos propios de su edad, lo que lo hacía ver como lianas colgando de un árbol. Pese a ser una muchachita típicamente escuálida, podría tener algo de gracia. Pero en cambio, esas gafas… la imponían cierta fealdad, un aire de tonta que desmentía cuando abría la boca para decir algo.
Entonces pagué y me di la vuelta. Ahí fue cuando vi a la mujercita esa. No tenía nada que ver con la niña de las gafas, pero cualquiera hubiera jurado que era ella misma unos 15 años después. Ya no era, para nada, escuálida. Por el contrario, tenía unos cuantos kilillos de más, y su pelo era ahora definidamente liso y lo tenía controlado, atado con un moño. Las gafas ya no le daban el mismo aire de tonta sino, más bien, de antipatía. Pero cuando se los quitaba, se veía linda.
Luego pude ver a las dos niñas de chaqueta azul, que parecían uniformadas. Había que verlas más de una vez para encontrar la diferencia. Pero su expresión era igual: un gesto de aburrimiento y de indiferencia, con algo de arrogancia gravitando por ahí. Cara de creerse muy grandes y muy escépticas, en virtud de su experiencia. Ganas de aparentar mucho glamour… Pero una mirada atenta, que nadie hacía, podía desvirtuar todo eso y ponerlas en su lugar tácitamente.
Entonces se paró la parejita de más allá. Ella era una mujer de mejillas regordetas que se amontonaban como podían en el marco redondo de su cara. Su cabeza parecía que pesaba tanto, que se hundía inevitablemente sobre su cuerpo que, por lo demás, podría ser aplastado en cualquier momento por esa cabezota… empezando por su cuello que era como si ya no existiese. Ahora la cabeza descansaba sobre sus hombros, bajo los cuales se desparramaban kilos de carne sin forma. Detrás de ella apareció esa sombra de hombrecito, cuyo bigotito miserable hacía juego con una camiseta verde de equipo de fútbol de barrio que, según se indicaba, se llamaba “Club los Catalinos”. Caminaba como debe caminar un espantapájaros sobre sus piernas de palo. Y se fueron. Lo que quedó fue una mujer vestida de negro, que había caído dormida sobre una mesa, y parecía haberse quedado encerrada en una burbuja de tiempo irrompible, donde todo se detenía y la quietud era imperturbable, yaciendo a orillas de las playas de Morfeo.
Entonces pagué y me di la vuelta. Ahí fue cuando vi a la mujercita esa. No tenía nada que ver con la niña de las gafas, pero cualquiera hubiera jurado que era ella misma unos 15 años después. Ya no era, para nada, escuálida. Por el contrario, tenía unos cuantos kilillos de más, y su pelo era ahora definidamente liso y lo tenía controlado, atado con un moño. Las gafas ya no le daban el mismo aire de tonta sino, más bien, de antipatía. Pero cuando se los quitaba, se veía linda.
Luego pude ver a las dos niñas de chaqueta azul, que parecían uniformadas. Había que verlas más de una vez para encontrar la diferencia. Pero su expresión era igual: un gesto de aburrimiento y de indiferencia, con algo de arrogancia gravitando por ahí. Cara de creerse muy grandes y muy escépticas, en virtud de su experiencia. Ganas de aparentar mucho glamour… Pero una mirada atenta, que nadie hacía, podía desvirtuar todo eso y ponerlas en su lugar tácitamente.
Entonces se paró la parejita de más allá. Ella era una mujer de mejillas regordetas que se amontonaban como podían en el marco redondo de su cara. Su cabeza parecía que pesaba tanto, que se hundía inevitablemente sobre su cuerpo que, por lo demás, podría ser aplastado en cualquier momento por esa cabezota… empezando por su cuello que era como si ya no existiese. Ahora la cabeza descansaba sobre sus hombros, bajo los cuales se desparramaban kilos de carne sin forma. Detrás de ella apareció esa sombra de hombrecito, cuyo bigotito miserable hacía juego con una camiseta verde de equipo de fútbol de barrio que, según se indicaba, se llamaba “Club los Catalinos”. Caminaba como debe caminar un espantapájaros sobre sus piernas de palo. Y se fueron. Lo que quedó fue una mujer vestida de negro, que había caído dormida sobre una mesa, y parecía haberse quedado encerrada en una burbuja de tiempo irrompible, donde todo se detenía y la quietud era imperturbable, yaciendo a orillas de las playas de Morfeo.
EL ÁNGEL
Que el hombre no sea indigno del Ángel cuya espada
lo guarda desde que lo engendró aquel Amor que mueve
el sol y las estrellas hasta el Último Día en que
retumbe el trueno en la trompeta.
Que recuerde que nunca estará solo. En el público
día o en la sombra...
Señor, que al cabo de mis días en la Tierra yo no
deshonre al Ángel.
Jorge Luis Borges.
Que el hombre no sea indigno del Ángel cuya espada
lo guarda desde que lo engendró aquel Amor que mueve
el sol y las estrellas hasta el Último Día en que
retumbe el trueno en la trompeta.
Que recuerde que nunca estará solo. En el público
día o en la sombra...
Señor, que al cabo de mis días en la Tierra yo no
deshonre al Ángel.
Jorge Luis Borges.
Especie
6:00 a.m. A esa hora todavía era temprano para el comienzo de mis sábados. Hora de enfrentar mieditos antiguos, señorita. Hoy, otra vez y al fin, “no es momento para ser cobarde”. Muy bien, vamos muy bien. Así es. Sí se puede. Pausa y es momento de contemplar esas sensaciones pasadas de la mañana. De esos amaneceres fríos con alguna incipiente promesa de sol. De esa soledad fría y grata que susurraba, que daba aliento y que transportaba (como la anécdota de Dalí en Port Lligat). Y pensar, aquellas mañanas, en los errores recientes que casi todos los días arrancaban uno que otro río o, a lo mejor, alguna laguna. Más atrás aún… esa tarde de cansancio y de cascada por la que fluye el agua y se lleva todo. Y pensar que algún día vamos a volver; más cerca. Me engaño, a veces, tal vez. Ya sé, aunque me haga la que no. Escribir, leer un poco, esperar, y vámonos. Reanudar.
11 a.m. Entonces se volvió la mujercita esa, con una horrible sombra azul que le cruzaba los ojos, puestos en una carita morena y cachetona, que reñía con los típicos rayitos rubios pretenciosos y de pésimo gusto.
-¡Qué pena! ¿Tiene horas…
No sé qué cara puse, a lo mejor alcé una ceja en ese gesto tan mío, un poco sorprendida (o no tanto), más bien aturdida por aquella vulgaridad irrisoria.
-…que me regale por favor?- Remató.
Sin demorar mucho el gesto, procedí a mirar el reloj.
Pensé: “No, niña. Tanto, no. A lo mucho unos cuantos segundos para informarle qué hora es”.
-Cinco para las once. Y cuento acabado.
Sin embargo, me faltaba ver al, aún más vulgar, levante de la mujercita. Cuando llega el tipo ese, con botas pantaneras y pelos hasta en las orejas. Y, encima, una arrogancia directamente proporcional a su vulgaridad.
12 m. Hice una promesa hace unos días… Hoy sería el momento de cumplirla, es lo más sencillo. De pronto, me arme de valor y decida amar y odiar, pelear y reconciliarme con todo y nada. A lo mejor, solo sonrío discretamente y dejo que mi sarcasmo haga el resto… y bueno, me sigo llevando al límite de vulgaridad que puedo soportar y me sigo divirtiendo a costa de ello.
Mientras escribo esto, tengo la sensibilidad alborotada por los nervios, lo que hace que los ruidos me asusten con más facilidad y eso me irrita. Sin embargo, esos tres ruidos consecutivos se van tornando en un ataque de risa.
6:00 a.m. A esa hora todavía era temprano para el comienzo de mis sábados. Hora de enfrentar mieditos antiguos, señorita. Hoy, otra vez y al fin, “no es momento para ser cobarde”. Muy bien, vamos muy bien. Así es. Sí se puede. Pausa y es momento de contemplar esas sensaciones pasadas de la mañana. De esos amaneceres fríos con alguna incipiente promesa de sol. De esa soledad fría y grata que susurraba, que daba aliento y que transportaba (como la anécdota de Dalí en Port Lligat). Y pensar, aquellas mañanas, en los errores recientes que casi todos los días arrancaban uno que otro río o, a lo mejor, alguna laguna. Más atrás aún… esa tarde de cansancio y de cascada por la que fluye el agua y se lleva todo. Y pensar que algún día vamos a volver; más cerca. Me engaño, a veces, tal vez. Ya sé, aunque me haga la que no. Escribir, leer un poco, esperar, y vámonos. Reanudar.
11 a.m. Entonces se volvió la mujercita esa, con una horrible sombra azul que le cruzaba los ojos, puestos en una carita morena y cachetona, que reñía con los típicos rayitos rubios pretenciosos y de pésimo gusto.
-¡Qué pena! ¿Tiene horas…
No sé qué cara puse, a lo mejor alcé una ceja en ese gesto tan mío, un poco sorprendida (o no tanto), más bien aturdida por aquella vulgaridad irrisoria.
-…que me regale por favor?- Remató.
Sin demorar mucho el gesto, procedí a mirar el reloj.
Pensé: “No, niña. Tanto, no. A lo mucho unos cuantos segundos para informarle qué hora es”.
-Cinco para las once. Y cuento acabado.
Sin embargo, me faltaba ver al, aún más vulgar, levante de la mujercita. Cuando llega el tipo ese, con botas pantaneras y pelos hasta en las orejas. Y, encima, una arrogancia directamente proporcional a su vulgaridad.
12 m. Hice una promesa hace unos días… Hoy sería el momento de cumplirla, es lo más sencillo. De pronto, me arme de valor y decida amar y odiar, pelear y reconciliarme con todo y nada. A lo mejor, solo sonrío discretamente y dejo que mi sarcasmo haga el resto… y bueno, me sigo llevando al límite de vulgaridad que puedo soportar y me sigo divirtiendo a costa de ello.
Mientras escribo esto, tengo la sensibilidad alborotada por los nervios, lo que hace que los ruidos me asusten con más facilidad y eso me irrita. Sin embargo, esos tres ruidos consecutivos se van tornando en un ataque de risa.
Thursday, June 03, 2004
El Enemigo Generoso
Magnus Barfod, en el año 1102, emprendió la conquista general de los reinos de Irlanda; se dice que la víspera de su muerte recibió este saludo de Muirchertach, rey en Dublín:
Que en tus ejércitos militen el oro y la tempestad, Magnus Barfod.
Que mafiana, en los campos de mi reino, sea feliz tu batalla.
Que tus manos de rey tejan terribles la tela de la espada.
Que sean alimento del cisne rojo los que se oponen a tu espada.
Que te sacien de gloria tus muchos dioses, que te sacien de sangre.
Que seas victorioso en la aurora rey que pisas a Irlanda.
Que de tus muchos días ninguno brille como el día de mañana.
Porque ese día será el último. Te lo juro, rey Magnus.
Porque antes que se borre su luz, te venceré y te borraré, Magnus Barfod.
Del Amhang zur Heimskringla (1893), de H. Gering.
Jorge Luis Borges
Magnus Barfod, en el año 1102, emprendió la conquista general de los reinos de Irlanda; se dice que la víspera de su muerte recibió este saludo de Muirchertach, rey en Dublín:
Que en tus ejércitos militen el oro y la tempestad, Magnus Barfod.
Que mafiana, en los campos de mi reino, sea feliz tu batalla.
Que tus manos de rey tejan terribles la tela de la espada.
Que sean alimento del cisne rojo los que se oponen a tu espada.
Que te sacien de gloria tus muchos dioses, que te sacien de sangre.
Que seas victorioso en la aurora rey que pisas a Irlanda.
Que de tus muchos días ninguno brille como el día de mañana.
Porque ese día será el último. Te lo juro, rey Magnus.
Porque antes que se borre su luz, te venceré y te borraré, Magnus Barfod.
Del Amhang zur Heimskringla (1893), de H. Gering.
Jorge Luis Borges
Wednesday, June 02, 2004
I… má…g…ene…s
1. El libro que me devore en una noche, cortesía de mis, pésimamente dormidas, últimas noches. Qué lúgubres y desamparadas son esas horas de la madrugada.
2. El agua helada que, aunada al frío y la trasnochada, me hacía temblar las piernas.
3. El espejo
4. Mis ojos.
5. El collar de pepitas azules.
6. Mi lunar.
7. ¡Qué linda te ves con ese busito azul!
8. El intento de sol naranja hacia ese horizonte que tanto añoro.
9. She’s a Rainbow.
10. El silencio de mi padre, que me dice lo que ya sé.
11. La loca que se cruza la calle por delante del carro y, encima, hace una mueca malhumorada.
12. El frío de la mañana.
13. Yo, parada en el mismo lugar de siempre, a la misma hora. (Parecido a los miércoles de julio-noviembre de 2003, llegando a las 7 a.m. a Publicidad).
14. Ese par de asquerosas palomas café con blanco.
15. Un muro de piedra y, luego, ramas que pasan a toda velocidad.
16. La soledad y la frialdad de los pasillos del bloque D.
17. La multitud de estupidez atorada a la entrada del bloque E.
18. La alegre conversa en medio de las exposiciones y haciendo el trabajo.
19. Las nuevas fotos agregadas a mi álbum: con mis hermanitas el 28 de junio del año pasado; una en blanco y negro, que me gusta sobremanera, sobre todo por la sonrisa; dos con Mari y Leo, que ni me acordaba que existían.
20. Ver a Dieguito cada día más grandote y los ojos tan divinos que tiene.
1. El libro que me devore en una noche, cortesía de mis, pésimamente dormidas, últimas noches. Qué lúgubres y desamparadas son esas horas de la madrugada.
2. El agua helada que, aunada al frío y la trasnochada, me hacía temblar las piernas.
3. El espejo
4. Mis ojos.
5. El collar de pepitas azules.
6. Mi lunar.
7. ¡Qué linda te ves con ese busito azul!
8. El intento de sol naranja hacia ese horizonte que tanto añoro.
9. She’s a Rainbow.
10. El silencio de mi padre, que me dice lo que ya sé.
11. La loca que se cruza la calle por delante del carro y, encima, hace una mueca malhumorada.
12. El frío de la mañana.
13. Yo, parada en el mismo lugar de siempre, a la misma hora. (Parecido a los miércoles de julio-noviembre de 2003, llegando a las 7 a.m. a Publicidad).
14. Ese par de asquerosas palomas café con blanco.
15. Un muro de piedra y, luego, ramas que pasan a toda velocidad.
16. La soledad y la frialdad de los pasillos del bloque D.
17. La multitud de estupidez atorada a la entrada del bloque E.
18. La alegre conversa en medio de las exposiciones y haciendo el trabajo.
19. Las nuevas fotos agregadas a mi álbum: con mis hermanitas el 28 de junio del año pasado; una en blanco y negro, que me gusta sobremanera, sobre todo por la sonrisa; dos con Mari y Leo, que ni me acordaba que existían.
20. Ver a Dieguito cada día más grandote y los ojos tan divinos que tiene.
Subscribe to:
Posts (Atom)