Baila morena, baila morena…
No es morena, pero baila. Primero, que no iba; pero fue. Después, que no bailaba ni a bala. Y cuando menos piensen es que se había ganado una botella de ron. Y pensábamos, al borde de la risa, “¿qué dirán mis amistades?”… ¿Qué dirán?, ja! Pues, cuando se enteren, dirán: “¡Tráigala y nos la tomamos!”. Y sí señores, nos la tomaremos, porque (seamos justos), más de uno hubiera pagado por presenciar semejante espectáculo, en que se hizo gala de ausencia total de escrúpulos, a favor del humor, pero, sobre todo, del alcoholismo. Y yo, como siempre, culpable de arrastrar a otros, pero en fin, ¡qué le vamos a hacer! Desde aquí se le felicita sinceramente. Es usted “la reina del guaguancó”, jajaja.